VALCÁRCEL, A., Sexo y filosofía. Sobre ‘mujer’ y ‘poder’, Barcelona, Anthropos, 1991, 186 pp.
Sexo y filosofía es la respuesta que el feminismo de la igualdad, en el pensamiento de Amelia Valcárcel, da al problema planteado por la escasa participación política de las mujeres en sociedades que ofrecen las condiciones formales para su intervención. Interpretado como exclusión o como autoexclusión desde los sectores enfrentados del feminismo, el hecho obliga a repensar los términos implicados (mujer, poder) y su relación.
El ensayo de esta pensadora española aborda la dificultad a través de un análisis de la noción de poder tal como se manifiesta en las principales expresiones de la teoría política contemporánea -el marxismo, la filosofía de Foucault, el pensamiento que nutrió el movimiento de mayo de 1968-, pero también en la psicología o la sociobiología. La autora señala las fallas de esta concepción: la univocidad aparente de una noción analógica y su falta de determinación a partir de la aplicación unívoca a los más diversos contextos, en un intento de eliminar críticamente algunas de las trabas que operan en la exclusión (o autoexclusión) política de las mujeres. Propone una comprensión analógica del término, dentro de la cual encuentre su lugar la defensa del poder del sujeto “de dar forma a las aspiraciones del presente”. Se trata del poder entendido como la cualidad que se reconoce a los criterios más relevantes, en relación con decisiones relevantes. De ahí la necesidad de llevar a cabo una inversión de lo que las mujeres estimamos relevante, como solución que ponga fin a la prolongada separación de mujer y poder.
Con idéntico propósito es sometido a la crítica el otro polo de la oposición, el término mujer. Ilegítimo por ser producto de la heterodesignación, interesado en su uso, el término se revela oscurecedor del problema y condicionante de la respuesta que le demos. Sin embargo, Valcárcel no pierde de vista la exigencia de un colectivo que posibilite la acción común. Pero con la misma claridad con que plantea la exigencia rechaza la posibilidad de la solución esencialista.
Por otra vía, al examinar la noción de patriarcado desde la perspectiva del nominalismo moderado, la autora se enfrenta a las concepciones feministas que identifican poder con patriarcado y, por lo tanto, ven en el rechazo del poder la única respuesta feminista consecuente. Escrito con intención polémica, el ensayo no omite referirse al feminismo de la diferencia, en el que señala el peligro de un retroceso, siempre posible, o de una complicidad en el sostenimiento de la dominación patriarcal, aunque no lo quiera.
El pensamiento de Amelia Valcárcel se sitúa deliberadamente en el marco de la tradición ilustrada de defensa de la igualdad y las libertades individuales de la que este feminismo se declara heredero y realizador.
