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Feminismo y utopismo

María Isabel Santa Cruz

 

Aunque la filosofía académica dominante sigue considerando periférico, cuando no superfluo, lo que da a veces en llamar “cuestiones sobre las mujeres”, la teoría filosófica de genero, que representa, podríamos decir, el punto de intersección de los estudios feministas con la filosofía, se ha ido afianzando en esta década y tiene mucho que aportar a la pluralización de la cultura filosófica. En este trabajo intentare mostrar que una teoría filosófica de genero debe encerrar un necesario componente utópico en el sentido de que no puede prescindir de una idea reguladora en función de la cual le sea posible tanto interpretar el pasado y el presente como impulsar al diseño de prácticas orientadas a realización de una meta. Ella tiene que moverse entre la critica y la utopía.  O, mejor aun, en tanto estructura de pensamiento utópico, ella encierra una dimensión critica, destructiva y otra visionaria o constructiva, que son interdependientes. Como los términos “utopía” y “utopismo” son polisemias, tendré que establecer algunas distinciones pan poder aclarar en que sentido sostengo esta dimensión utópica de la teoría de genero.

Pienso que la teoría filosófica de genero puede nutrirse de los desarrollos filosóficos pasados y presentes y beneficiarse de ellos, ejerciendo lo que podríamos llamar un sano eclecticismo: seleccionar y tomar prestados conceptos o ideas de diferentes sistemas filosóficos, que resulten útiles y fértiles para poder plantear del mejor modo los nuevos problemas que se quiere plantear y a los cuales se quiere dar respuesta. No se trata de componer un mosaico, sino de seleccionar aquellas herramientas conceptuales que nos parecen fecundas para explicar lo que queremos explicar, sin que eso nos comprometa con el conjunto del pensamiento o la doctrines de un autor o una dirección de pensamiento. En lo que sigue he creído interesante tomar algunos elementos de los análisis de Ricoeur sobre el concepto de utopía. En menor medida también me han resultado útiles algunos de los planteos de Nozik.

 

I. Utopía

El concepto de utopía es variado y extremadamente complejo. Y su complejidad proviene, en muy buena medida, de que la utopía tiene una historia. Tipo de pensamiento que ha atraído a poetas, filósofos, teóricos sociales, estadista, arquitectos, sociólogos, teólogos, novelistas, autores de ciencia ficción, sus formas y funciones han variado considerablemente a lo largo del tiempo.[1] Para algunos, pueden calificarse de utopías las del mundo antiguo como la de Hipodamo de Mileto, que Aristóteles transmite en el libro II de la Política, y la República de Platón. Tal vez también las Leyes y la narración de la Atlántida en el Timeo y en el Critias. Hay quienes van mas atrás: utopías son la Edad de Oro y el Paraíso. Pero en sentido estricto la utopía tiene una fecha precisa de nacimiento, 1516, y un padre, Tomás Moro. El descubrió la tierra de utopía, y su libro fue el primero en denominarla y describirla como un lugar mas allá de los limites de lo real. Antes de la publicación de su obra no existía la palabra. Tomas Moro la acuño. Y quizás tampoco existía el concepto de utopía, al menos tal como Moro lo forjó. Con el se inicia una compleja y variada historia. El esquema que introduce Moro se volverá clásico: el autor cuenta lo que le ha narrado un viajero que conoció una tierra inexplorada y le describe en detalle la estructura social de ese país distante y aislado, inexistente e inventado. Utopía significa lugar que no existe, no lugar, ninguna parte, ningún lugar. Es la isla que no esta en ninguna parte, el lugar que no existe en lugar alguno real. Utopía es “no lugar” (outopia), pero ese “no lugar” suele ser también una buen lugar (eutopia). Su sentido literal: vivir en un mundo que no puede ser pero en el cual se desea fervientemente estar.[2] En el sentido de la obra de Moro, utopía, "ningún lugar", es la pintura de una sociedad tan disímil de nuestra realidad presente que se vuelve casi inimaginable. En algunas versiones de esta tradición, la utopía es un sueño, un tipo de juego acerca de como podríamos vernos a nosotros mismos, o tal vez una inversión literaria de hábitos y roles que, como el ritual d el cambio de papeles un día en el año, refuerza el statu quo por el resto del calendario.

Según Levitas[3] la utopía ha sido encarada en términos de uno, o más de uno, de estos tres aspectos: forma, contenido y función. En el primer y originario significado, lo que distingue a la utopía

es, en efecto, su forma literaria. Los enfoques que toman a la forma como característica primaria de la utopía tienden a aceptar que esa forma es la de la acción literaria, casi "ciencia ficción" en el sentido

mas amplio del término.[4] Desde esta perspectiva, la utopía es, ante todo una obra de ficción imaginativa en la que, a diferencia de otras obras de ese tipo, el tema central es la sociedad buena. Su rasgo caracteristico es, pues, la elaboración del tema sociopolítico idealizado en el dominio de la ficción narrativa.[5] En tal sentido, la utopía no es ni un tratado teórico ni un plan de acción. Su carácter distintivo es el de una forma literaria puesta al servicio del análisis social y de la critica social, rasgo este que la ha llevado muchas veces a ser desacreditada por los teóricos sociales. La utopía trata a menudo las mismas cuestiones que la teoría social mas convencional, pero de modo propio y efectivo en tanto enfoca problemas familiares desde un angulo no familiar y a una luz diferente.[6]

Tal vez el modo mas corriente de aproximarse a las construcciones utópicas es en términos de sus contenidos. De lo que se trata, según esta perspectiva, es de determinar que es una utopía, esto es, de

identificar cuales son los componentes temáticos que debe poseer un texto y a que criterios debe responder para que se lo considere utopía. Si se apela al contenido, se distingue la utopía de otras formas de sociedad ideal, de otros tratamientos de la ciudad buena, como los mitos de una Edad de Oro, las creencias en el milenio que vendrá o la especulación filosófica sobre la ciudad ideal. Es indudable que actúan elementos ficticios en esas modalidades, pero en ninguna de ellas la forma definitoria es, como lo es en la utopía, la ficción narrativa.[7]

Aun cuando el rasgo primario de la utopía sea el de la ficción imaginativa y haya una serie de ingredientes identificables en los textos utópicos, la aproximación a la utopía en términos de forma y/o de contenido es restrictivo. Debe reconocerse que otros tipos de pensamiento también pertenecen al canon utópico y es preferible entonces acercarse a la utopía en términos de function. Volveremos sobre este punto.

 

II. Ideología y utopía

La utopía, a diferencia de la ideología, se distingue particularmente por ser un genero declarado: en su descripción la utopía se nombra utopía y se sabe utopía.[8] Existen obras que se llaman utopías, como la de Moro, pero ningún autor pretende que lo que esta haciendo es ideología. Ya Mannheim en 1929 ligo ideología y utopía. Para Ricoeur, Mannheim es el primero en situar en un marco conceptual común ideología y utopía, a las que describe como formas incongruentes, cada una a su manera, en discrepancia con la realidad actual. Esto pone de relieve su cualidad de representaciones. Pero mientras que la ideología legitima el orden existente la utopía lo demuele. Ricoeur, como Mannheim, examina los conceptos de ideología y utopía dentro de un solo marco conceptual. Su hipótesis de trabajo es que “la conjunción de estas dos funciones opuestas o complementarias tipifica lo que podría llamarse la imaginación social y cultural”.[9]

Ideología y utopía comparten un alto grado de ambigüedad: ambas tienen un aspecto positivo y uno negativo, un papel constructivo y uno destructivo, una dimensión constitutiva y una dimensión patológica. Y en ambas el aspecto patológico aparece antes que el constitutivo, lo cual exige trabajar desde la superficie a la profundidad cuando se quiere desnudar sus estructuras.

 

Ricoeur sostiene que la polaridad entre esos dos aspectos dentro de la utopía y dentro de la ideología puede esclarecerse explorando la polaridad existente entre ideología y utopía. No pretendo entrar ahora en el lino análisis que hace Ricoeur de la ideología. Si me interesa, en cambio, tomar algunos puntos de su tratamiento del concepto de utopía que creo utiles para mi propósito actual. Ricoeur distingue tres pianos en los que opera la utopía, al igual que la ideología. Primero, si la ideología es deformación, la utopía es fantasía, lo completamente irrealizable. Raya en la locura, es una evasión, ejemplificada por la evasión hacia la literatura. Segundo, si la ideología es legitimación, la utopía es una alternativa del poder existente. Puede ser una alternativa al poder o una forma alternativa de poder. En este segundo piano, el problema es siempre la jerarquía y como enfrentarla y darle algún sentido. En un tercer piano, así como la mejor función de la ideología es conservar la identidad de una persona o grupo, la mejor función de la utopía es explorar lo posible, las “posibilidades laterales de la realidad”. Como la ideología, la utopía tiene, pues, en una primera mirada, una connotación despectiva: no es sino una especie de suelo social, que en buena medida representa un escapismo a la lógica de la acción. En su nivel mas superficial, la utopía es fantasía, locura, evasión, algo completamente irrealizable. Aquí la utopía elimina todas las cuestiones sobre el paso del presente a un futuro utópico; no ofrece ninguna ayuda para determinar cual sea la difícil senda de la acción o para obrar en esa senda. A menudo se considera como una especie de actitud esquizofrénica frente a la realidad, como modo de escapar a la lógica de la acción por medio de una construcción realizada fuera de la historia.[10] Este es un aspecto patológico de la utopía.

Es posible, para Ricoeur, partir de este significado patológico de la utopía y profundizar en ella para llegar a un nivel en el que podamos hallar una función de la utopía comparable a la función integradora de la ideología.[11] Si de este aspecto superficial pasamos al segundo nivel, la utopía representa un desafío a la autoridad actual.

 

En tal sentido, la utopía intenta afrontar el problema del poder mismo. Puede ofrecer una alternativa a ese poder o una clase alternativa de poder. Y es la cuestión del poder el punto de intersección de la utopía con la ideología.[12] La utopía constituye una “variación imaginativa sobre el poder”,[13] “tanto las ideologías como las utopías se refieren al poder; una ideología es siempre un intento de legitimar el poder, en tanto que la utopía es siempre un intento de reemplazar el poder existente por algo diferente.” “La utopía se dirige a la realidad; trata de alterar la realidad. La intención de la utopía es seguramente modificar las cosas establecidas... el impulso de la utopía tiende a modificar la realidad”.[14]

El problema es como poner fin a la jerarquía y relación de subordinación. La utopía trabaja para exponer la brecha que se abre entre las pretensiones de la autoridad y las creencias de la ciudadanía en cualquier sistema de legitimidad. “El resultado de leer una utopía es que ella pone en tela de juicio lo que existe actualmente; hace que el mundo real parezca extraño. Generalmente nos sentimos tentados a declarar que no podemos vivir de manera diferente de como lo hacemos ahora. Pero la utopía introduce ciertas dudas que destruyen lo evidente”.[15]

Para Ricoeur hay que buscar los rasgos permanentes y positivos de ideología y utopía. Si vamos al nivel mas profundo, la mejor función de la ideología es la integración, la preservación de la identidad de una persona o grupo y la mejor función de la utopía es la exploración de lo posible, de "lo otro"

La utopía —y en este punto ya no sigo a Ricoeur— no es solo un sueno, porque es un sueño que aspira a realizarse. Tiene un pie en la realidad.[16] Aun cuando la intención de la utopía es demoler la realidad, criticarla, tiene también la intención de mantener una cierta distancia respecto de toda realidad presente, que se manifiesta en su orientación al futuro. Plantea un ideal hacia el que nos vemos impul­sados, pero que nunca alcanzamos plenamente.

Esa función sana de la utopía se cumple precisamente en virtud de la noción de “ningún lugar”. Para estar aquí se debe ser también capaz de estar en ningún lugar.[17] “Quizás una estructura fundamental de la reflexividad que podemos aplicar a nuestros papeles sociales —dice Ricoeur— sea la capacidad de concebir un lugar vacío desde el cual podamos echar una mirada sobre nosotros mismos”.[18] La meta planteada no es verdaderamente realizable pero tampoco imposible.

Una de las conclusiones generales de Ricoeur sobre la utopía que me parece interesante es que ellas presentan la ambigüedad de pretender que son realizables, pero al mismo tiempo reconocen que son producto de fantasía, algo imposible. Entre lo verdaderamente realizable y lo imposible existe en principio un margen intermedio. La utopía tiene un interesante potencial como instrumento de exploración del posible cambio social. No acepta ni pretende describir las cosas tal como son, sino que las ataca y propone paradigmas opuestos a la realidad hecha.[19] Es o positiva y propositiva, critica y visión. Opone al proponer. Puede oponerse porque propone. En los horizontes visionarios no se halla solución a los problemas actuales, pero si al menos herramientas que permiten plantearlos de manera mas precisa. Y en tanto meta que atrae es fuente de practicas. Por un ejercicio de imaginación se produce un apartamiento de la situación vigente insatisfactoria.[20]

La utopía describe un estado de perfección imposible que sin embargo y paradójicamente en un sentido genuino no esta mas allá del alcance de la humanidad. Esta aquí si bien no ahora. El valor de la utopía radica no en su relación con la practica presente sino en su relación con un futuro posible. Su use “practico” es superar la realidad inmediata para describir una condición cuya clara deseabilidad nos atrae como un imán.[21]

 

III. utopía y pensamiento utópico

Tal como antes señalámos, no puede definirse de modo común a la utopía solo por su forma literaria. Ni tampoco por el contenido, porque diferentes utopías presentan contenidos muy diversos y aun opuestos. A falta de unidad temática, debe buscarse la unidad en su función, en su estructura funcional. Para hallar la estructura funcional de la utopía es preciso ir más allá de los contenidos específicos

de utopías particulares.[22] Si enfocamos la utopía en términos de función, podemos trazar una distinción entre la utopía tal como tradicionalmente se la entendió y el “pensamiento utópico” o “utopismo”.

Se trata de ver sus rasgos como una “estructura de pensamiento”.[23] Cuando hablamos de utopía debemos distinguir, pues, entre pensamiento utópico o utopismo y utopías como modelos. El utopismo es una estructura de pensamiento y en tal sentido es formal. Es un pensamiento que exige como condición de posibilidad de la interpretación de la realidad presente y como orientadora de prácticas la presencia de una idea reguladora, de un objeto virtual, no existente como real pero si existente como posible. Utopías como modelos son utopías provistas de contenido, descripciones trazadas con mayor o

menor detalle de organizaciones, estructuras y relaciones sociales posibles.

Para caracterizar al pensamiento utópico, es posible apoyarse en la idea central de “ningún lugar”, de su “extraterritorialidad”. Desde ese “ningún lugar” puede echarse una mirada al exterior, a nuestra realidad, que súbitamente parece extraña, que ya no puede darse por descontada. Así el campo de lo posible queda abierto mas allá de lo actual; es pues un campo de otras maneras posibles de vivir. Este desarrollo de nuevas perspectivas posibles define la función más importante de la utopía. Los diversos modelos utópicos son los modos en los que repensamos radicalmente la naturaleza de nuestra vida social.

Las utopías como modelos pueden dirigimos hacia formas especificas del futuro. Pero el pensamiento utópico, como estructura, es abierto, no fija cual sea la naturaleza del futuro, sino que marca una

tendencia imaginativa hacia algo radicalmente diferente. Eso tal vez no sea lo mejor nip siquiera mejor que lo presente, Tan solo del todo diferente, otro, de lo que ahora no parece lo mejor. Apunta a opciones nuevas, aún no exploradas.

 

IV. ¿Utopismo o eutopismo?

El título exacto de la utopía de Moro es Libellus vere aureus nec minus salutaris quam festivus de optimo reipublicae statu, deque nova insula utopía. Con el “de optimo...” se ponía en correspondencia

con una formula de moda del Renacimiento. Pero ya no puede hablarse del “mejor estado de la república” bajo las condiciones políticas actuales. Nadie formularia hoy las propuestas de la política en

vistas a un optimo.[24]

Al hablar de pensamiento utópico como constitutivo de la teoría filosófica de genero, estoy tomando “utopía” no en el nivel superficial. sino en las otras dos dimensiones analizadas por Ricoeur. No como

evasión, sino como critica a la estructura social presente, armada sobre relaciones de poder que comportan jerarquía y, por lo tanto, discriminación, critica hecha a la luz de una idea reguladora que representa otra estructura. No pienso, pues, en la construcción de una pintura de la mejor de las sociedades posibles. En todo caso, parece si no imposible al menos extremadamente difícil pensar que pueda existir un solo y único mundo que sea el mejor para todos los seres humanos, dada la inmensa complejidad de sus peculiaridades y de sus relaciones. La idea de que hay una sociedad que es para todos la mejor en la cual vivir suena increíble. Y la idea de que si hay una, sabemos lo suficiente como para estar ahora en condiciones de describirla es don mas increíble.[25] Al hablar de pensamiento utópico pienso más bien en la visión de sociedades posibles imaginables en

los cuales fuera deseable vivir. Y en las cuales se elegiría vivir, de preferencia a cualquier otra sociedad imaginable. Al hacer esta caracterización evito deliberadamente juicios de valor. No estoy diciendo que una sociedad, por el hecho de que se prefiera vivir en ella, sea necesariamente mas buena que aquella otra en la cual no se elegiría vivir. Solo es mas deseable. Puedo imaginar una sociedad posible en la cual vivir, que no necesita contener a cada uno de los que ahora viven en la sociedad real y puede contener seres que nunca han vivido realmente [26]. Puedo imaginar una sociedad en la que las relaciones de genero no sean relaciones jerárquicas, marcadas por el poder. Pero debo imaginar que en ella cada uno de sus pobladores tendrá el derecho de imaginar sociedades posibles y de elegir si prefiere quedarse en aquella en la que ahora vive o emigrar de ella. El pensamiento utópico no consiste en una especifica concepción de una sociedad posible sino en la posibilidad de construir utopías, muchas comunidades diversas y divergentes en las cuales las personas lleven diversas y divergentes formas de relaciones sociales. El pensamiento utópico es un marco para las utopías.[27] Esto es, la estructura utópica es una suerte de forma que puede llenarse con diferentes, coexistentes o sucesivos contenidos, que se diseñarán sobre la base de la realidad existente, pero no quedaran atrapados en ella.

Como la realidad existente es histórica y contingente es preciso ensayar e it corrigiendo los modelos teniendo siempre presente, como idea reguladora, una sociedad posible que sea preferible elegir. El

pensamiento utópico se caracteriza así por la provisoriedad que poseen sus diversos modelos.

 

Cabe aclarar que esto no compromete con una idea de progreso. Porque el progreso implica que se avanza hacia algo que es siempre mejor que lo anterior. Y, como ya señale, no me inclino por la idea del mejor de los mundos posibles. Si supusiéramos que hay una clase de realidad que es la mejor para todos, tendríamos el problema de decidir como sabemos que ella es la mejor. Yo puedo decidir que tal modelo es el mejor y este modelo inmediatamente se enfrentará al modelo que otro y otra postule como el mejor. Debería haber un criterio exterior, un patrón de medida que permitiera decidir cua1 de ellos es el mejor, una suerte de paradigma platónico. Y, además, supuesto que lo hubiera, deberiamos poder conocerlo. Hay que abandonar, pues, el falso supuesto de que hay una sola clase de sociedad que es la mejor para todos[28]Dada la enorme complejidad del hombre dice Nozik, sus muchos deseos, aspiraciones, impulsos, talentos, errores, amores, tonterías, dado el espesor de sus niveles, facetas, relaciones entretejidos e interconectados (compárese la delgadez de la descripción del hombre que hace el científico social con la de los novelistas) y dada la complejidad de instituciones y relaciones interpersonales y la complejidad de coordinación de las acciones de muchas personas, es enormemente improbable que, aun si hubiera una sola pauta ideal para la sociedad, se pudiera llegar a ella de esa forma a prion (en relación con el conocimiento presente). Y aun suponiendo que algun genio llegara con el piano completo, quien tendria confianza en que funcionaria bien?”.[29]

Cuando hablamos de utopía, entonces, distingamos entre utopismo o pensamiento utópico y utopías propiamente dichas, esto es, entre el marco y las comunidades particulares dentro de ese marco. Vivimos en comunidades particulares. En consecuencia, no es ocioso mentar una descripción particular de una comunidad particular. El marco sirve precisamente para permitirnos diseñar comunidades particulares.[30] Los diferentes modelos —que no tienen que ser proyectos detallados de la estructura y funcionamiento de una sociedad (los blueprints contra los que acometía Popper)           son interesantes y necesarios. Son los modos de dar cuerpo a la forina utópica, necesaria a todo movimiento con intenciones transformadoras. Quiero insistir en que el hecho de la deseabilidad compartida por todos los seres humanos no garantiza por si solo que una sociedad sea moralmente buena. En todo caso garantiza que todos tienen en ella las mismas posibilidades y prerrogativas, que se da una igualdad real, condición de posibilidad de una sociedad moralmente buena, pero condición de posibilitad también de que todos sus habitantes tengan para decirlo con la irónica paradoja de A. Valcarce1[31] idéntico derecho al mal.

 

V. Utopismo y feminismo

La teoría filosófica de genero tiene que ver con cambios sociales. Y si es así no puede carecer de una dimensión utópica. En este contexto utopía no tiene el significado de un sumo social que se sabe irrealizable, sino de critica hecha a la luz de un futuro posible que permite el diseño de prácticas. Que la teoría filosófica de genero deba ser un pensamiento utópico surge directamente del hecho de que lo que pone en cuestión es el lugar de los seres humanos, el lugar en el cual se dan las relaciones entre ellos. Lugar que es todavía un nin lugar. Este lugar, se lo defina como sea, ester inmerso en la vida social. Cambiar o transformar ese lugar supone cambios y transformaciones profundos que tienen que ver con la identidad personal, elecciones sexuales, ordenamiento de la familia, costumbres de crianza de los niños, patrones educativos.

Hay quienes sostienen que si las mujeres pueden acceder a los puestos siempre detentados por hombres, a una plena participación política —y los hombres, a su vez, a la esfera de lo domestico— la sociedad cambiará para mejor. Acá ester presente la convicción, sostenida por feministas actuales y algunas de las feministas americanas del movimiento de mujeres del siglo XIX, de que la sociedad mejorare. con el acceso de las mujeres a la esfera publica en razón de la inherente virtud de las mujeres, es decir, su superioridad moral intrínseca respecto de los hombres.

 

 

Para algunas autoras que celebran la diferencia, como M. Wittig, las mujeres son intrínsecamente buenas y los hombres intrínsecamente malos. Las mujeres deben, pues, liberarse del mundo construido por los hombres y, por implicación, liberarse de la lucha por cambiar el mundo para mejor. Este perspectiva oculta un nuevo esencialismo biologista: encapsula la creencia de que las mujeres son seres superiores a. los hombres, en virtud de su identidad física como mujeres[32]. Es este un punto que no puedo compartir, y estoy de acuerdo con Hester Eisenstein: “Con Nancy Chodorow, creo que las mujeres, como los hombres, son seres  socialmente producidos y pueden cambiar. Y con Jane Addams creo que las mujeres son perfectamente capaces de ser corrompidas por el poder, pero que hasta 'el presente momento histórico simplemente no se les ha dado la oportunidad".[33] En la teoría filosófica de genera opera un elemento de pensamiento visionario, futurista. Este abarca un concepto de transformación social, de cambia de todas las relaciones humanas. Pero no sabemos si para mejor o para peor. Si la utopía como marco, es decir el pensamiento utópico, es componente necesario y fértil de la teoría filosófica de genera, muchos de los modelos en los que se ha corporizado distan de ser atractivos y presentan una pintura rígida de una presunta sociedad buena. Una de las primeras utopías feministas, Herland (1915) de Charlotte Perkins Gilman, feminista americana socialista (en realidad una mordaz critica, tras la acción narrativa, de las relaciones sociales opresivas, respuesta a la presentación de las mujeres en la muy popular Looking Backward de Edward Bellamy), pinta una amable sociedad matriarcal en la que los hombres han sido eliminados en una época anterior y las mujeres dan a luz en un acto estático de partenogénesis.

Tomare solo un ejemplo que no por conocido deja de ser intere

sante: la propuesta utópica feminista de Shulamit Firestone, expuesta en su Dialectica del sexo. La obra aparecin en 1970, dentro de la línea de movimientos contra la familia y experiencias de vida colectiva o comunitaria que se produjeron en los años sesenta. Quienes creyeron hallar en ello soluciones, pronto advirtieron que la maternidad seguirá siendo un problema no resuelto.-Una linea de pensamiento feminista —que tiene todavía representantes— enrolada en una postura radicalizada, rechazo la maternidad y todo lo asociado con ella, argumentando que es un mecanismo básico de subordinación de las mujeres. Mientras sigan criando hijos, las mujeres inevitablemente seguirán estando oprimidas y subordinadas.

Firestone parte de una definición del materialismo histórico, al que considera insuficiente para explicar la opresión especifica de las mujeres. Es preciso ir al verdadero substrato de la opresión y analizar la dinámica de las "clases sexuales", de la guerra entre los sexos, de la dialéctica del sexo, substrato de las demás dialécticas, entre ellas la de clases. La función maternal como rol social ha sido impuesta a las mujeres, tomando como base la anatomía femenina. Esta ha sido el pretexto del patriarcado para explotar el cuerpo de las mujeres. Como consecuencia de la diferencia biológica en la reproducción de la especie se produce una división sexual del trabajo que implica poder diferencial dentro de la familia biológica. Esta no es sino una célula de producción tendiente a fabricar bebes y que explota a las mujeres con ese fin. "El embarazo es bárbaro". "Es la deformación temporaria del cuerpo del individuo para el bien de la especie". Se toma, pues, preciso, para erradicar la opresión, ir al fondo de ella. Hace falta una revuelta de las mujeres para controlar los medios de reproducción. Si eso ocurre, se llegara a algo radical: la neutralización cultural de las diferencias sexuales, que no tendrán ya traducción cultural y con ello tocara a su fin todo sistema de sexo género. El proyecto de su feminismo radical esta exigido y posibilitado por el desarrollo de las condiciones tecnológicas. Antes de su tiempo no era ni concebible ni viable. Las nuevas tecnologías, que no son per se inhumanas, deben ser usadas por la sociedad para hacer mejor y más justa la existencia humana. Son ellas las que pueden ayudar a las mujeres a dislocar la función maternal y liberarlas de la responsabilidad física de la reproducción de la especie. La inseminación artificial, la fertilización in vitro y los úteros artificiales, acompañados de nuevas formas de vida comunitaria, son arenas potencialmente subversivas, que podrán acabar con el estado de naturaleza.

La meta final de ese proceso que se inicia con la disolución de la familia por la revolución sexual, que lleva a la superación de las categorías de “hombre” y “mujer”, es la realización de la completa y plena felicidad, resultado del desarrollo de una conciencia universal. Pero la propuesta de un “socialismo cibernético” es reductora y simplificadora, entre otras cosas porque no puede prever una serie de consecuencias del use de la tecnología para la reproducción artificial.

La utopía ha estado de moda y ha dejado de estarlo a lo largo de sus quinientos anos de existencia. Pero ha tenido notable relevancia como forma y como modo de pensar. Se han dado en nuestro tiempo fuertes ataques a la utopía, sosteniendo, por ejemplo, que por su modo de proceder y por sus supuestos básicos sobre la naturaleza de la sociedad y de la humanidad puede llevar a la tiranía y al totalitaris­mo.[34] Otras voces y por otras razones proclaman la “muerte de la utopía”. Sin embargo, la riqueza de sus recursos le da capacidad para sobrevivir y para revivir. Concepciones utópicas son indispensables a la política, que sin ellas puede caer en un vacío sin alma, en un mero instrumentalismo sin propósito o visión. Pero esto no significa que haya que tratarlas como programas de acción.

En las puertas del siglo XXI la utopía tiene tal vez mucho que hacer. Porque, como dice Ricoeur, la utopía tiene capacidad “para irrumpir a través de la densidad de la realidad” y redescribir la vida.[35] Hay razones para urgir y esperar una renovación de la utopía. Porque el pensamiento utópico debe cuidarse de acabar en un cuadro pintado, rígido, después del cual no hay historia, en la que el tiempo queda detenido y todas las cosas deben responder al modelo. Para Ricoeur, la muerte de la utopía significarla la muerte de la sociedad. Una sociedad sin utopía estaría muerta, porque no tendría ningún proyecto, ninguna meta en el futuro. “En una época en que todas las cosas están bloqueadas por los sistemas que han fallado pero que no pueden ser vencidos —tal es mi apreciación pesimista de nuestra época— la utopía representa nuestro recurso. Podrá ser una evasión pero es también el arma de la critica. Es posible que épocas particulares pidan utopías. Me pregunto si nuestro periodo actual no sera una de esas épocas, pero no deseo profetizar; este es otro asunto”.[36]

En este fin de siglo las formas mas vitales de utopismo han de hallarse dentro de los nuevos movimientos sociales que han surgido en respuesta a los nuevos problemas en la sociedad industrial tardía. Principal entre ellos es el feminismo contemporáneo.[37] La fase reciente del movimiento feminista debe mucho de su fuerza conductora a la entrada de las mujeres en el mundo del trabajo en cantidades sin precedente. Han surgido nuevos problemas —relaciones entre hombres y mujeres, crianza de los niños, ordenamiento de la labor doméstica—, que han dado lugar a un movimiento para interpretar y ajustarse a los cambios. Las expresiones culturales del movimiento han sido notables por su profundidad e intensidad.[38]

Es tal vez inevitable que la teoría feminista se aferre a la utopía. ¿Dónde serían libres e iguales las mujeres sino en un lugar que es no lugar? Ninguna sociedad conocida en la historia les ha concedido igualdad material o simbólica con los hombres.[39] Así pues, al afirmar la dimensión utópica necesaria en la teoría feminista, debemos excluir por completo un componente que esta presente en muchas utopías (coma la de Fourier, por ejemplo): el retorno, el olvido de algo pasado y la necesidad de recuperar los orígenes o un “paraíso perdido”.[40]



[1] Cf. Kumar, K., Utopianism, Minneapolis, University of Minnesota Press,

1991, p. 98.

[2] Cf. Kumar, ob. cit., p. 1.

[3]Levitas, Ruth, The Concept of utopía, Hemel Hempstead, Philip Allan,1990.

[4]Cf. Kumar, ob. cit, pp. 20-21.

[5]Cf, Bouchard, G., "Les utopies femmistes et la science-fiction", Imagine 44 (1988), p. 78.

[6]Cf. Kumar, ob. cit., pp.

[7]Cf. Kumar, ob. cit., p. 27. Sargisson, Lucy, Contemporary Feminist utopíanism, London-N.York, Routledge, 1996, p. 15.

[8] Cf. Ricoeur, P., Ideologia y utopía, triad. cast., Barcelona, Gedisa, 1989, p.

57

[9]Cf. Ricoeur, ob. cit., p. 45.

[10] ibidem.

[11] Cf. Ricoeur, ob. cit., pr ST

[12] Cf. Ricoeur, ob. cit., p. 314,

[13] Ob. cit., p. 315.

[14] Ob. cit., p. 306.

[15]Ob. cit., p. 316.

[16] Cf. Kumar, ob. cit., pp. 1-2.

[17] Cf, Ricoeur, ob. cit., p. 325.

[18] Ob. cit., pp. 57-58.

[19] Cf. Bouchard, ob. cit., p. 76.

[20] Cf. Bouchard, ob. cit., pp. 77-78.

[21] Cf. Kumar, ob. cit., p. 3

[22] Cf. Ricoeur, ob. cit., p. 58. Sargisson (ob. cit.) se inclina por un enfoque que privilegia la función. Rechaza enfoques del utopismo que ven la utopía como programa de acci6n perfecto para el futuro y señala que esta caracterización no es apropiada para el utopismo feminista contemporáneo. Argumenta en favor de un utopismo trangresor que prioriza el proceso por sobre el producto e intenta conciliar el utopismo con el postestructuralismo.

[23]Cf. Kumar, ob. cit., p. 28.

[24]Cf. Luhmann, N., "Kapitalismus and Utopie", Merkur 48 (1994) 3, p. 195. En este interesante articulo, Luhmann conecta capitalismo y utopía. Advierte de entrada que podría ponerse en duda la legitimidad de tal vinculación, ya que se trata de dos nociones que proceden de contextos muy diferentes tanto históricos como efectivos. De "utopía" se habla desde principios del XVI en conexión con la obra de T. Moro (1516), mientras que "capitalismo" es corriente recién en la segunda mitad del XIX. Marx no usa ese término, sino que habla de modo de producción capitalista.

[25]Cf. Nozik, Anarquia, estado y utopía, trad cast., México, FCE, p. 299.

 

[26] Cf. Nozik, ob. cit., p. 288.

[27] Cf. Nozik, ob. cit., p. 300.

[28] Cf. Nozik, ob. cit., p. 306.

[29] Ob. cit., p. 301.

[30]Cf. Nozik, ob. cit., p. 318.

[31] Cf. "El derecho al mal" en Sexo y filosofía, Barcelona, Anthropos, 1991,

pp. 169-184.

[32]Cf. Eisenstein, Hester, Contemporary Feminist Thought, Boston, G.K.

Hall & Co., 1983, p. xviii.

[33] Idem, p. xiv.

[34]34 Cf. Kumar, ob. cit., p. 90-91. La utopía ha estado ligada a la idea de Progreso, felicidad creciente y fe en la razón, ideas que parece han sido burladas por múltiples acontecimientos del XX . Lo que los antiutopistas creen no es que la utopía sea irrealizable, sino precisamente lo contrario. Y lo que los espanta es la invencible demencia de la humanidad. Una actitud antiutópica como la de Popper nació no solo de una convicción filosófica, sino también de la historia de nuestro siglo. Lo que Popper tiene en mente es la utopía nazi. Pero una cosa es un razonable pesimismo y otra es repudiar sobre esas bases la utopía.

[35] Cf. Ricoeur, ob. cit., p. 324.

[36] Ob. cit., p. 316.

[37] Buena parte de las utopías feministas son también ecotopias, utopías ecologistas, casi desde Herland. La dominación masculina se asocia a menudo en esas utopías a los usos explotativos y destructivos de la ciencia y la tecnología. Así a menudo se encuentran ligados en las mismas obras utópicas feminismo y ecología. Cf. Kumar, ob. cit., p.103.

[38] Cf. Kumar, ob. cit., pp. 101-2; 106.

[39] Por otra parte, es interesante advertir que, en su conjunto, la ciencia acción y la utopía masculinas han tratado la cuestión de la relación entre los sexos de manera regresiva o conservadora. La gran mayoría de los utopistas han ignorado simplemente la cuestión del papel y posición de las mujeres; de ahí que, si la utopía tiene por fin identificar y tratar de resolver los problemas sociales serios, la posición social de las mujeres no constituya, para la mayoría de los utopistas, un problema mayor, puesto que la inferioridad femenina se había vuelto un truismo. Y cuando han abordado la cuestión, poco han contribuido al mejoramiento de la condición de las mujeres. Cf. Bouchard ob. cit., p. 91.

 

[40] En su sentido crítico y transformador de lo real, una utopía, actuando como polo de atracción genera practicas. Cuando de esto se trata parece que hay una elección política fundamental en las utopías feministas, como observa Marcelle Marini: Ala acción y el pensamiento feministas son transitorios en el sentido de camino para lograr una sociedad realmente mixta no existente aim en nuestra historia real? bien se trata de construir una sociedad y una cultura femeninas, paralela a la sociedad y cultura masculinas, con sus reglas de juego propias y pensada como sustituto de las existentes? Esto genera dos actitudes diferentes. En el primer caso se concibe la acción y las instituciones feministas como una mediación necesaria para que algún día las mujeres tengan su papel de actrices en la escena política y cultural En el segundo, en cambio, se da por meta el advenimiento de una sociedad en la que lo femenino sea el solo modo de engendramiento, sociedad sexuada separada o bien asexuada, andrógina, por reabsorción de las diferencias. Esas dos utopías, más o menos claramente formuladas, engendran estrategias diferentes en el presente (cf. “D'une création minontaire à une création universelle”, Les Cahiers du Grif 45, 1990, p. 54).

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