PARGETTER, Robert & PRIOR, Elizabeth; "Against the Sexuality of Reason", Australian Journal of Philosophy, Supplement to Vol. 64, jun. 1986.
Diana Helena Maffía
A fin de los 60 y comienzos de los 70, un aspecto importante del credo feminista fue negar que haya diferencias biológicas innatas entre hombres y mujeres, que sitúen mejor a las mujeres en el ámbito doméstico y a los hombres en el ámbito público. Se argumentó vigorosamente que el promedio de inteligencia de los sexos no difería, y que la gran discrepancia entre la representación femenina y masculina en profesiones, negocios y vida académica debía recibir una explicación sociológica.
Se condicionaba a las mujeres a concentrarse en actividades de la esfera doméstica; se las recompensaba por desarrollar los rasgos supuestamente femeninos de la pasividad y el auto-sacrificio y se las castigaba por exhibir los rasgos supuestamente masculinos de la ambición y la auto-suficiencia. Como resultado de este proceso se producían mujeres incapaces, tanto psicológica como intelectualmente, de hacerse un espacio en un ámbito público competitivo y de dominio masculino.
Feministas como de Beauvoir, Friedan, Millet y otras insistieron en que con una socialización diferente las mujeres podrían tener (y tendrían) éxito en las profesiones, negocios y vida académica; pues no se trata de ningún defecto intelectual o de estructura psíquica que impida a las mujeres lograr un éxito comparable al del hombre en la esfera pública.
Recientemente, sin embargo, ha surgido un punto de vista muy diferente sobre este tema, al que los autores se refieren como "the new view", y es la negación de la tesis implícita (cuando no explícita) en los escritos feministas tempranos, de que las actividades domésticas no involucran el uso de la razón y el intelecto mientras las actividades del ámbito público si lo hacen.
Las representantes del new view pueden dividirse en general en dos grupos: el grupo I (su versión extrema) incluye una cantidad de feministas francesas contemporáneas (y sus seguidoras no francesas) y sostiene el punto de vista de que la racionalidad tal corno ha sido percibida tradicionalmente podría muy bien ser un rasgo de cierto tipo de actividad psicológica en la que los hombres son mejores que las mujeres. Lo que se rechaza es el valor de la racionalidad. Así, aún si, los hombres son más racionales que las mujeres, esto no es significativo en la evaluación de las mujeres como personas.
Lo que aquí se niega o rechaza es la universalidad de la razón tal como es definida tradicionalmente. Las feministas de esta clase alegan aquí: (a) que el argumentar no es una manera de aprehender el mundo, y (b) no es un modo muy bueno.
El grupo II defiende una posición que parece ser menos, radical. Esta posición consta de tres partes. La primera parte concluye que la razón, tal como es tradicionalmente sostenida, no logra llenar las necesidades de los individuos. La segunda parte concluye que la razón, correctamente concebida, no es impotente para llenar las necesidades de los individuos (de modo que la falla señalada en la primera parte es una falla en la concepción tradicional de la razón y no en la razón misma). La tercera parte concluye que mientras las mujeres no pueden "elevarse a la altura" de la concepción tradicional de razón, pueden igualar e incluso aventajar al hombre en la concepción correcta de razón. Esta posición es vista como una versión del new view en tanto niega el supuesto feminista tradicional de que la actividad doméstica no requiere el usode la razón del modo en que lo hace, por ejemplo, construir en puente.
El objetivo de los autores es argumentar contra el new view y defender el punto de vista del feminismo tradicional.